Semillas que crecen en las tablas III


Semillas que crecen en las tablas III

 … Ya que las obras de teatro siempre son semillas hasta que crecen con los actores, diseñadores, utileros, escenógrafos, iluminadores, músicos, pintores, carpinteros, apuntadores y tantos y tantos laburantes sobre un escenario.

DERROTEROS DE PORFÍAS,

REPARADOR DE MUNDOS PERFECTOS.

Raúl Alberto Ceruti

PRELUDIO

Un camino de hierbas y una ventana con ruedas, con las hojas cerradas en el medio.

(Forjas camina lentamente pisando con mucho cuidado las hierbas. Se escucha el sonido de cada pisada. Queda a un costado de la ventana)

FORJAS: Buenas tardes, buenos días, buenas noches. Como todos sabéis ya, en muy pocos segundos la princesa Belleza se casará con el príncipe Virtud. Ahora, con ustedes, y con carácter promocional, antes de que comience nuestra obra…

(Forjas abre la ventana y toma en su mano un cartel que dice “Allá”) ¿por qué no echar una mirada a los espectáculos que se llevan a cabo en el palacio y que engalana la fiesta de estos novios principescos: Vamos para allá. ¡El desafío del maaaago Callahaaaan!…

(La ventana después de abierta, llega hasta el borde del escenario y se retira por la derecha. Aparece el Mago Callahan, apresurado, por la izquierda. Puede que tire o arruine un par de hierbas.)

FORJAS: ¡Fuerte el aplauso!.

(Callahan y Forjas se saludan, aplaudiendo ellos mismos uno sobre la mano del otro. Callahan toma el centro de la escena y despliega su gran capa. Forjas se ubica expectante a la derecha)

FORJAS (didáctico, tratando de no molestar a la concentración del mago): En el día de hoy, Callahaaaaaan aceptó cumplir el desafío de la mariposa.

(Aparece una mariposa de papel revoloteando)

FORJAS: La mariposa desafió al Maaaago Callahaaaaan a imitar al silencio, que todos sabemos que no existe. Veamos cómo lo hace. El Maaago Callahaaaaan ¡imita al silencioooo!…

(Callahan en medio del escenario levanta su varita y se escucha un timbal y un redoble. Luego, coloca su dedo índice sobre sus labios y se escuchan tres acordes triunfales. Luego, asume la posición del “Pensador” y se escuchan tres acordes triunfales más fuertes y agudos que los anteriores. Luego, muy ampulosamente se tapa la boca y se escuchan tres acordes más fuertes y agudos, con reverberaciones de truenos y centellas)

FORJAS: Una vez más el maaaago Callahaaaan ha resuelto el desafío…

CALLAHAN (escucha voces y gritos a su izquierda, avanzando hacia él): Quédate aquí, ya regreso.

(Siete apurados corren hacia la derecha. Atropellan a Forjas y lo dan vuelta)

FORJAS: Ahora es el momento, ahora es el momento. Se casan!… Se casan!… (detiene a uno de los apurados) ¿Para dónde es?

APURADO: Para allá, para allá (y sigue corriendo)

FORJAS (no ha soltado nunca el cartel de “Allá”): ¿Pero para dónde es acá?

Se oscurece la escena. Fin del Preludio.

ACTO ÚNICO

En los alrededores del Palacio. La ventana sin hojas en el medio.

ESCENA 1               .

NOBLES – SOLDADOS – CAMPESINOS – ESTRAGO.

Una campana.

Gritos de júbilo.

Siete nobles arrojan violentamente sus sombreros de plumas al aire.

 

SIETE NOBLES: ¡Viva!… ¡Viva!… Ya han contraído matrimonio.

 

Trompetas.

Siete soldados arrojan con rudeza sus cascos al aire.

 

SIETE SOLDADOS: ¡Viva!… ¡Viva!… Ya se han casado.

 

Comienza música de final feliz.

Siete campesinos arrojan con resignación piedras al aire.

SIETE CAMPESINOS: ¡Viva!… ¡Viva!… Ya se han besado

 

Sobre la cabeza de Estrago caen sombreros, cascos y piedras.

 

ESTRAGO: Soy feliz para siempre!… Una ayuda por favor!… Soy feliz para siempre!… Una ayuda por favor!…

 

La música de final feliz disminuye lentamente. Se apagan las luces.

 

ESCENA 2               .

PORFÍAS – ESTRAGO.

Un cartel muy cerca del público indicará: “Lejos”. Se descorre la cortina de una ventana y se ve un punto dibujado, con una boca de cartón que se mueve.

 

PORFÍAS: Ahora me véis de muy lejos. Tan lejos que sólo parezco un punto que habla. Aún así de lejos porfío en hablarles. Ya que mi nombre es Porfías…

Una línea sustituye al punto.

 

PORFÍAS: Porfías, como mis padres me pusieron. Ya que ansiaba beber la leche apenas se había acabado. Deseaba leer cuando la luz no iluminaba. Quería comenzar la fiesta cuando todos se habían ido. Quería dormir cuando ya amanecía. Quería despertar cuando todos dormían. Quería desayunar cuando era hora de la cena. Quería salir cuando se largaba la tormenta. Porfías. Así me pusieron. Porque todo lo quería cuando no era posible.

Una silueta sustituye a la línea

PORFÍAS: Y así fui creciendo. Eligiendo contestar cuando no me preguntaban, preguntar cuando no me atendían, caminar cuando me daban un caballo, andar a caballo cuando no me lo daban. Buscar de nuevo cruzarme con los ojos que no ví… Y enamorarme de quien sólo recuerdo una mirada.

La sombra de Porfías sustituye a la silueta.

PORFÍAS: Tengo un ojo que no ve, pero no siempre es el mismo. Tengo un brazo que no se mueve, pero a veces cambia de lugar…

Porfías desgarra la tela de la ventana y se muestra de frente.

Un cartel detrás de todo dice: “Cerca”.

PORFÍAS: … Y tengo una espada con filo de un solo lado, pero a veces del otro. Por eso sólo uso media capa. De este lado, o de este otro. Para que al sacar la espada no la corte.

Ser así, un completo incompleto, un todo por la mitad, me permite estar a caballo entre dos lugares, en los puentes de uno a otro lado, y poder pasar sin obstáculos por entre las historias.

Porfías y encuentra a Estrago sentado contra la pared.

ESTRAGO: Soy feliz para siempre!… Una ayuda por favor!… Soy feliz para siempre!… Una ayuda por favor!…

PORFÍAS: ¿Tendrá un pedazo de pan, buen hombre?

ESTRAGO (buscándolo con los ojos que casi no ven): No, pan no. Sólo tengo crema y espárragos, una selección de quesos, una fondue de chocolate… y la mesa de postres.

PORFÍAS: ¿Y un vaso de agua al menos para este gentil caminante?

ESTRAGO (se pone a llorar): Me va a tener que disculpar. Sólo tengo licores y ambrosía… Jugo de frutas del Paraíso e infusiones primaverales… Es que ¡soy tan inmensamente feliz!. Sólo poseo cosas excelentes.

ESCENA 3               .

PORFÍAS – ESTRAGO – NECIA

 

(Mientras Porfías y Estrago mantienen su conversación, Necia sigilosamente levanta los objetos tirados al piso y los examina uno por uno con detenimiento. Los toma los da vuelta, coloca su mano dentro de ellos, mete sus ojos, sus narices dentro, los prueba con la boca, y los vuelve a dejar en donde los encontró)

PORFÍAS: ¿Pero cómo ha ocurrido semejante cosa?

ESTRAGO (lamentándose): Hace un instante, cuando el príncipe besó a la princesa, todos fuimos felices para siempre. En la situación en la que nos encontráramos. No le contaré quienes se hicieron felices al borde del precipicio, o a punto de ser comidos por un tiburón, o perseguidos por un lobo, quienes la felicidad los encontró en una situación incómoda, poniéndose los calzoncillos, por ejemplo, o caídos en el barro de los chanchos, o durmiendo, o golpeándose el dedo con un palo, o simplemente estornudando… A mí me agarró pidiendo limosna.

PORFÍAS: Eso explicaría la mirada, allí entre la gente que caminaba, lejos del palacio. Esa mirada. Esa dulce, misteriosa y bellísima mirada. ¿Cuál es tu nombre?.

ESTRAGO: Estrago. Me lo pusieron de niño, porque causaba muchos problemas.

PORFÍAS: Estrago, pues. Escúchame: Hoy ha sido un día perfecto, pues esa mirada me ha tocado. Podría quedarme con ello, ya que también es inmensa mi felicidad. Pero en verdad, quiero volver a verla…

ESTRAGO: Para eso necesitarás una aventura. Y en el mundo perfecto, no podrás hallarla.

PORFÍAS: Uno de mis títulos, Estrago, es “Porfías, el reparador de mundos perfectos”.

ESTRAGO: No creo poder serte de ayuda. Tengo todo lo que quiero pero nada de lo que necesito.

Necia pasa por delante de ellos, haciendo bastante ruido con los cascos, las armas y las piedras, que acomoda detrás y alrededor de la ventana.

PORFÍAS: ¡Eh, mujer!… ¿Qué estás haciendo?

NECIA: Recojo (recoge un casco del piso), reviso (lo examina con los dedos y la vista), dejo (coloca el casco sobre las piedras al costado de la ventana)…

ESTRAGO: Pero ¿por qué lo haces? ¿Qué buscas?

NECIA: Alguna hendidura en los cascos, una marca en las espadas, una grieta en las piedras.

PORFÍAS: ¿Para qué?

NECIA (sopla de fastidio): Para encontrar la salida.

PORFÍAS: ¿Salida?

NECIA: (arroja un objeto más al piso y se sienta): Nunca quise casarme con él. Nunca lo quise. Por eso me tenía prisionera. Necia me llamaron por eso. La felicidad me alcanzó entonces, cuando ya había decidido irme.

(Porfías le toma la mano con la suya).

PORFÍAS: Feliz para siempre, con tu enemigo… Una verdadera tragedia.

NECIA (mira al suelo): Nunca sentí con él ninguna magia, ninguna mística, ninguna música

Empieza a sonar música suave, de arrobo y encantamiento.

NECIA: Ese murmullo que juega en nosotros para sabernos parte del otro. Algo así como un lago subterráneo que compartieran dos torres, y vibraran cada vez que cualquiera de sus aguas entrara en movimiento… Tu mano…

(Necia trata de sacarse la mano de Porfías de encima, ya que quiere incorporarse, pero no lo logra. Es el momento de cambio de mano útil)

PORFÍAS: Perdón. Tengo una mano que no funciona. Pero no siempre es la misma. Es la hora en que cambian la guardia.

(Porfías retira su mano con la otra con cierta dificultad).

NECIA: (a medida que habla va levantando la vista hasta encontrarse con los ojos de Porfías): Hasta encontrarnos de nuevo con aquel que nos reconozca. Que haya bebido de nuestra agua. Que tenga este pecho herido y esos ojos… ¿Me ves?.

PORFÍAS (se cambia el parche de ojo): La verdad que no. Es la hora de cambio de guardia de ojo. Perdón de nuevo.

La música se interrumpe. Necia vuelve su mirada hacia abajo. Encuentra algo. Se levanta, señalándolo.

NECIA: Finalmente, aquí, una grieta. Si pudiéramos seguirle el rastro…

PORFÍAS: Ahora sí. ¿Qué me muestras?. Es una línea quebradiza, pero constante. La veo, La veo. Por aquí se desvía…

NECIA: Sigue por aquí.

ESTRAGO: ¿Una grieta?. Es posible que en la grieta se guarde el mundo tal como era antes de ser perfecto. Y podamos recordar o recoger algo de allí.

(Necia y Porfías señalan marcas en las paredes y avanzan de acuerdo con ellas, dando una vuelta al escenario, colocando piedras alrededor de la ventana por la que ingresó Porfías. Estrago se levanta y moviliza con ellos, arrastrando con él un enormísimo fardo, un saco enorme lleno de cosas que no termina de recoger, muy parecido a un gusano relleno de objetos, que hacen un ruido metálico terrible cuando avanza).

PORFÍAS: Encenderé esta vela (enciende una vela).

Se oscurece el escenario.

 

ESCENA 4               .

FORJAS – PORFÍAS – ESTRAGO – NECIA.

(Vuelve la luz de a poco al escenario, como si estuviera amaneciendo. La ventana está a la izquierda)

FORJAS (al principio casi ni lo vemos, es sólo una incomodidad): ¿Es usted señor? ¿Es usted?

PORFÍAS: No podría. De ninguna manera. En este momento, para mí, “usted” sólo puede ser usted.

FORJAS: No se burle de mí, señor, lo estuve esperando desde que ordenó que me quedara aquí, en la retaguardia. Usted conoce mi problema señor… Me pierdo. Me es inevitable. Aún quedándome en un mismo lugar, termino perdiéndome. Entonces sonó aquella campana, y todos fuimos felices para siempre. Pero yo de esta forma, esperando su regreso. Soy su escudero, ¿me recuerda?

PORFÍAS: No sé de qué noble caballero es escudero, pero no soy yo, se lo aseguro.

FORJAS: ¿Puedo ir con usted?.

ESTRAGO: (se acerca a Porfías, en confidencia): Lo conozco. Es el escudero del mago Gallahad. Probablemente la felicidad lo encontró borracho en la taberna. Es confiable, siempre que no lo deje guiarnos por ningún camino.

PORFÍAS: Llevamos un destino incierto. ¿Quiere venir igual?

FORJAS: ¡Cuánto daría yo por algo más que esta furiosa espera!…

PORFÍAS (Coloca su media capa dejando ver su lado interior, que recuerda una gruta de piedras, en la ventana): La grieta nos ha alcanzado hasta la boca de esta gruta. Dentro, se percibe un silencio aterrador.

NECIA: Vamos. No puede ser peor que mi marido.

FORJAS: Los sigo. De todos modos ya no sabía dónde estaba.

PORFÍAS: Entremos.

(Entran los cuatro por la gruta. Sólo queda iluminada la ventana, en donde se ven cuatro puntos, y debajo un cartel que dice: “Arriba”. Las voces resuenan con un eco. El saco de Estrago ralentiza sus ruidos metálicos)

PORFÍAS: Por aquí, escudero… ¿Cuál es tu nombre? ¡Por aquí!…

FORJAS: Perdón. Ya le dije que me pierdo fácilmente. A veces no distingo el aquí del allí, o del acá, o del éste, del aquello y de lo otro.

(Los cuatro puntos son reemplazados por cuatro líneas)

PORFÍAS: ¿Cuál es tu nombre?

FORJAS: (realmente conmovido) Me emociona que me lo pregunte señor. El señor a quien sirvo nunca supo que me llamo Forjas.

NECIA (lo acaricia): Forjas… Si se puede correr un poco… Esta gruta tiene una entrada estrecha.

PORFÍAS: Aquí parece que termina el pasadizo. Hay que saltar… ¿Listos?

NECIA: Lista.

ESTRAGO: Listo.

(Luego del “listo” de Estrago se escucha por un largo tiempo el ruido de su saco cayendo).

FORJAS: Listo.

(Porfías recupera su media capa y atraviesa la ventana. Inmediatamente después la atraviesan Necia, el fardo de Estrago y Estrago. El cartel, ahora en la parte superior indica: “Abajo”)

PORFÍAS: ¡Forjas!… ¡Forjas!… Estamos abajo. ¡Salte!.

FORJAS (en off): No sé dónde estoy.

NECIA: ¡Salte!, ¡vamos, salte!…

FORJAS: Pero es que ya salté. Y no sé si estoy ahora arriba o abajo.

(El saco de Estrago continúa sonando)

ESTRAGO: ¿Escuchas mi saco con cosas?

FORJAS: Sí.

ESTRAGO: Acércate a él y abrázalo. Caerás con nosotros.

(El ruido disminuye lentamente hasta que de un golpe seco cesa. Se escucha el grito de Forjas)

FORJAS: ¡Llegué!…

PORFÍAS: Avancemos por este corredor.

NECIA: Yo iré delante contigo.

(Se ilumina sólo con un haz de luz horizontal el camino de los cuatro, pero la luz es cada vez más cerrada. Unos paneles-paredes les cierran el camino de a poco – los actores, por medio de unas manijas, irán tirando de los paneles para sí).

PORFÍAS: Las paredes son cada vez más angostas.

NECIA: Apenas si se ven.

FORJAS: Es bueno que la pared esté tan cerca. Así no puedo perderme.

PORFÍAS: No veo nada. ¡Estrago!

ESTRAGO: Señor.

PORFÍAS: ¿Tienes una antorcha en esa ruidosa bolsa?

ESTRAGO: ¿Se refiere a mi saco, Señor?. No lo creo.

(Estrago mete la cabeza y sus dos manos dentro del saco).

PORFÍAS: Esperemos a ver qué encuentra.

ESTRAGO (saca del saco un aparatoso candelabro): …Tengo esto (entrega el candelabro a NECIA ).

 

(Necia frota un fósforo contra la pared de la gruta y con él enciende uno a uno los candiles. Porta el candelabro con dificultad, ya que apenas si entra entre las paredes. Cuando las luces se encienden, se ve a Forjas yéndose hacia otro lado. Porfías lo rescata).

PORFÍAS: Por aquí.

(Porfías se pone al lado de Necia. Se sonríen. Los cuatro caminan algunos pasos. Las paredes se estrechan. Porfías lucha con el candelabro para abrirse camino, intentando que no le estorbe, dándole vueltas y vueltas hasta que el candelabro queda colgado del techo).

ESCENA 5               .

OGRO – PORFÍAS – NECIA – FORJAS – ESTRAGO – PRINCESA.

(El ogro aparece con el grito. Los actores separan las paredes que quedarán casi perpendiculares al público. El ogro queda frente a los cuatro personajes).

OGRO: Grrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr!!!!… ¡¿Quién se atreve a entrar a la gruta del ogro?

FORJAS: (da vueltas entrando y saliendo de una pared a otra) En verdad, yo me perdí.

ESTRAGO: Quizás en el saco haya algo que…

NECIA: Nos escapamos de algo mucho mejor.

PORFÍAS: ¿Quién eres?.

OGRO: El ogro Rupletzcornusopa.

NECIA: ¿Rupletzcornusopa?. Me han contado historias acerca de ti.

OGRO: ¿Ah sí?, ¿de veras?

PORFÍAS: Sí, yo también las he escuchado.

ESTRAGO (mientras saca una botella y un vaso del saco): Tú raptaste a la Princesa De Perfil.

OGRO: Así es. Hace ya 300 años. Desde entonces vivo aquí, cuidándola. Ya ni recordaba cómo era asustar.

(Estrago abre la botella y echa un poco de su jugo en el vaso)

NECIA: ¿Ella vive aún?

ESTRAGO (extiende el vaso con el licor al Ogro): Es jugo de manzanas doradas.

FORJAS: (va por su segunda o tercera vuelta): No sé dónde estoy…

OGRO (se sienta, toma el vaso y sorbe con la mirada baja): Así es. A poco tiempo de traerla para acá, unos diez o veinte años, ella… ella empezó a sufrir cambios. Era… era… Ella “envejecía”, como le llaman ustedes. No podía soportarlo. Así que detuve el tiempo dentro de esta cueva.

ESTRAGO: Un ogro triste.

OGRO: Triste no, melancólico. Me gustaba ver llover, así que cristalicé algunas gotas sobre el techo, y otras en el piso.

PORFÍAS: ¿Y la princesa?

OGRO: Oh… Ella está por allí, mirando los fuegos puntuales.

(Abre uno de los goznes de la pared-panel sobre el sector derecho, donde está la Princesa De Perfil mirando una serie de luces de colores que empiezan a borronearse).

PRINCESA: Algo pasa con las luces.

NECIA (se levanta y va hacia la Princesa): Princesa De Perfil…

PRINCESA: ¿Quién me llama?

PORFÍAS (se levanta y se acerca a la Princesa): Hemos venido a liberarla.

PRINCESA (se mantiene de perfil, por lo que en lugar de darse vuelta debe caminar hacia atrás para ver a sus interpeladores): ¿Por qué habrían de liberarme? ¿De qué tendrían que liberarme?. Aquí hago de todo. Menos lo que quisiera. Pero no quiero. De todo. Incluso soy inmortal y no envejezco nunca. Tengo los fuegos… La mariposa… Ah!… (saca de su vestido una mariposa con las alas quietas) Tengo una mariposa que no dura sólo un día, como las otras. Esta dura para siempre.

FORJAS (da su cuarta o quinta vuelta, descubre unos flecos que sobresalen del panel pared y tira de ellos): Aquí hay algo.

OGRO: Yo le regalé esa mariposa.

PORFÍAS (se dirige a la Princesa y al Ogro): ¿Podemos verla?

FORJAS (tira de los flecos hasta alcanzar un pequeño cofre al extremo de uno de ellos): Un cofre. Cerrado. ¿Tendrá una llave… Estrago?

PRINCESA (se adelanta siempre de perfil y mira a su mariposa tiesa): ¡Mi mariposa!… Tantos años juntas.

ESTRAGO (saca del saco un pesado llamador de puerta de bronce): ¿Servirá esto?

FORJAS (tira de los flecos hasta alcanzar otro pequeño cofre en uno de sus extremos): Otro cofre.

OGRO (a Forjas): No debes abrirlos.

(La Princesa De Perfil avanza manteniendo el perfil hacia los cofres, como llamada por ellos).

FORJAS (golpea con el llamador el cofre): No sabría cómo.

OGRO: Princesa. Tenga cuidado. No se acerque.

PRINCESA: Había olvidado esos cofres. ¡Tan pequeños!…

FORJAS (acercándole los cofres a la Princesa): ¿Son suyos?

OGRO (visiblemente enojado):  ¡Míos! ¡Los cofres son míos!.

PRINCESA (conservando su perfil camina hasta el Ogro): Pero lo que contienen me pertenece.

OGRO (apuradamente): Volverás a envejecer. Tu mariposa. Tu mariposa no podrá vivir sino un solo día más.

PRINCESA: Pero vivirá al fin.

ESTRAGO (describe el contenido de su saco): Oro, oropeles, oropéndolas, piedras adamantinas, perlas, esmeraldas…

(La Princesa retrocede hasta el cofre de la izquierda. Intenta moverse con visible esfuerzo. Se escucha un «crick » cuando logra doblar el cuello y quedar frente al cofre.)

ESTRAGO (Muestra el saco abierto al ogro): Fíjese todo lo que hay aquí. Todo lo que nadie jamás deseó o imaginó.

(Princesa De Perfil sopla la cerradura. El cofre, en la mano de Forjas, se abre, dejando escapar un fuerte grito, al mismo tiempo que se abre una grieta de luz en la pared-panel de la izquierda. Todos se quedan perplejos. El ogro corre hacia Forjas y es detenido por Porfías).

PORFÍAS: ¿Qué ocurre Rupletzcornusopa?. ¿Tiene miedo de algo?

OGRO: Va a dejar escapar…

PRINCESA: …Mis secretos. Mis secretos están guardados en un grito. Y ese grito está guardado en tres cofres.

(La Princesa puede mover el cuello más libremente. Se escucha al hacerlo “crick-crick” y se acerca al segundo cofre. Lo sopla. Se escucha un grito suyo. Se abre una grieta de luz en la pared-panel de la derecha. El ogro lucha con Porfías. Princesa Tira de un tercer fleco, aparece un tercer cofre. Princesa sopla sobre él y se libera un tercer grito suyo. Se abre una grieta de luz en la pared de atrás. Perplejidad).

OGRO: No te empeñes en retenerme, Porfías. Sé tu nombre y tus miedos. Conozco tus puntos fuertes y los débiles. No tienes fuerza en el brazo izquierdo.

(Ogro trata de zafarse por la izquierda pero es retenido por Porfías. Ogro se sorprende).

PORFÍAS (cambiando de lugar el parche del ojo): Momento del cambio de guardia. De un brazo hacia el otro.

(La lucha entre Porfías y el Ogro continúa. Ogro cambia de lugar el punto de su esfuerzo cuando Porfías cambia también).

PRINCESA (a la mariposa): Hemos estado mucho tiempo juntas. Es hora que entren de nuevo los vientos.

OGRO (sacando sus brazos del fragor de la lucha): No lo hagas.

PRINCESA (al ogro): Tus luces de colores me mantuvieron hipnotizada.

(Princesa recoge el primer cofre y lo arroja contra la grieta de luz de la izquierda. Se levanta un fuerte viento desde el agujero. Todos, menos Princesa De Perfil que se mueve muy lentamente en la misma dirección, son arrastrados hacia la derecha, cuyas paredes-paneles vibran y deben tomarse de sus manijas para no ser arrojados en esa dirección).

PRINCESA (con los brazos estirados hacia donde sopla el viento): El viento de la esperanza.

(Ogro pelea con Porfías intentando golpearlo de forma alternativa al cruce de su parche. Porfías cruza el parche. Ogro dispara su trompada contra el lado contrario. Porfías lo retiene con su brazo presuntamente débil).

PORFÏAS: A veces también puedo engañarte. Veo un poco menos, pero resulta efectivo.

(Princesa arroja el segundo cofre contra la grieta de luz de atrás. Se levanta un fuerte viento desde allí. El resto son arrastrados hacia adelante. Se aferran de las paredes – paneles y éstos se sacuden. Princesa sonríe y levanta los brazos)

PRINCESA (levanta los brazos): El viento de la memoria.

FORJAS (A Necia): Ahora que ninguno de nosotros sabe dónde está…

NECIA (a Forjas): ¿Dónde habremos de ir ahora?

(Princesa arroja el tercer cofre, contra la grieta de luz de la derecha. Todos menos ella, son arrastrados a la izquierda, luego hacia adelante, luego hacia la derecha, en círculos persistentes)

PRINCESA (alegre y completamente de frente): El viento del mar.

(mutis de Princesa)

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ESCENA 6               ..

PORFÍAS – ESTRAGO – NECIA – FORJAS – OGRO

(Estrago, Porfías y el Ogro se aferran de las paredes paneles. Forjas y Necia siguen dando vueltas. Las paredes tiemblan mucho más fuerte)

FORJAS (sigue girando compelido por el empuje de los vientos): Ahora no estoy perdido. Ahora sé que no habito en un lugar, sino en el tiempo.

NECIA (sigue girando compelida por el empuje de los vientos, pero a destiempo de Forjas): No tengo casa. Ya no tengo dónde ir.

FORJAS (Va armonizando sus vueltas con las de Necia): Si tuviera casa, de todos modos ya no sé dónde se encuentra. También mi casa fue un momento.

NECIA: (Intenta coincidir en algún momento con Forjas) Vayamos a un momento, entonces.

(Forjas y Necia coinciden finalmente en su ir y venir, tomándose del brazo. Cesa el ruido del viento, las paredes – paneles se desploman).

(Mutis de Necia y Forjas).

 

ESCENA 7               .

PORFÍAS – ESTRAGO – OGRO.

 

ESTRAGO (Abre el saco, saca unos artículos de lujo, grandes monedas, collares, brazaletes y mira hacia adentro): Nada por aquí. Y nada por allá. Mi tesoro sigue intacto.

OGRO (Abre aún más con sus manos la boca del saco y se mete dentro de él): No he podido conservar ninguna de las joyas de mi oscura cueva. Si no puedo retener nada de lo que hube conquistado, yo mismo me atesoraré.

(Mutis del Ogro dentro del saco)

ESTRAGO (a Porfías): De nuevo hemos quedado solos. Pero a mi regreso podré llevar algo que no deba arrastrar: Mi propia historia.

PORFÍAS: Amigo, entre la bruma y el viento, la brisa y las vueltas que hemos dado hasta este punto, siguiendo la grieta, la delgada y generosa grieta que repara mundos, me ha parecido ver su mirada.

ESTRAGO: ¿Está usted seguro?

PORFÍAS: Por supuesto que no, pero ya es suficiente para moverme.

ESTRAGO: ¿No habrá estado en escena?

PORFÍAS: Es probable. A veces es una de las doncellas de la reina, otras veces, la que vende el pan. Otras, la que atiende en la caballeriza. Ninguna es protagonista, sino sólo de mis ojos.

ESTRAGO: En ese caso…

PORFÍAS: Luego de que las paredes de esta gruta se vinieran abajo, y luego que todos los vientos significativos se levantaron…

ESTRAGO; ¿Sí?

PORFÍAS: De nuevo se ha puesto en movimiento.

ESTRAGO: Es verdad. Se mueve.

PORFÍAS: La felicidad se mueve. Ahora vuelve a estar en movimiento.

ESTRAGO: ¿Dónde? ¿Dónde?

(Un cartel desde el público pone “Adentro”)

PORFÍAS (señalando varios puntos en el público): Allí, allí, allí…

ESTRAGO: Hazlo. Así tendré más cosas que contar.

(Mutis de Estrago. La luz se queda sólo con Porfías en mitad del escenario. Él recorre el público con su mirada. Busca la ventana y la lleva hasta el centro del escenario)
PORFÍAS: (Se escuchan campanadas) La felicidad se mueve. Ahora está en movimiento. Y puede que llegue a ti, a ti, a ti…

(Porfías se detiene en dos o tres puntos del público y dice cada vez en un tono más alto y entusiasta); La mirada de ella. Es la mirada. La mirada de ella…

(Siguen las campanas, ahora más fuertes. Se ilumina sólo la ventana sola. Al lado de ella, un cartel pone “Afuera”. Porfías se coloca detrás de la ventana y salta hacia el público, de forma tal que el corte de luz ocurra cuando aún está en el aire).

TELÓN

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